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El Jazz es la única música en la que la misma nota puede ser tocada noche tras noche, pero cada vez de manera diferente.Ornette Coleman

domingo, 24 de febrero de 2019

Cuento “La ley del Amor Áurico”




La ley del Amor Aurico.

          Azucena en un instante cruzo la sala y aún tuvo tiempo de arreglarse el pelo y poner su mejor sonrisa para recibir con ella a Rodrigo. Sonrisa que Rodrigo nunca vio, pues en cuanto puso sus ojos en los suyos se dio inicio al más maravilloso de los encuentros: el de dos almas gemelas, en el que las cuestiones del cuerpo físico pasan a ocupar un nivel inferior. El  calor de los ojos de los enamorados derrite la barrera que la carne impone y los deja pasar de lleno a la contemplación del alma, alma que al ser idéntica reconoce la energía del compañero como propia. El reconocimiento empieza en los centros receptores del cuerpo humano: los chakras. Existen siete chakras, a cada uno le corresponde un sonido en la escala musical y un color del arcoíris, cuando son activados por la energía del alma gemela, vibran a todo su potencial y producen un sonido. Obviamente en el caso de las almas gemelas cada chakra resuena y es al mismo tiempo el resonador del chakra de su compañero. Estos dos sonidos idénticos, armonizados, generan una sutil energía que circula por la espina dorsal, sube hasta el centro del cerebro,  y de ahí es lanzada hacia arriba, desde donde inmediatamente después cae convertida en una cortina de color que baña el aura de arriba abajo.

         Durante el apareamiento de almas, Azucena y Rodrigo repitieron este mecanismo con cada uno de sus chakras, hasta que el llegó el momento en que su campo áurico formaba un arcoiris completo y sus chakras entonaban una melodía maravillosa, parecida a la que emiten los planetas del sistema solar en su trayectoria. Existe una diferencia abismal entre los apareamientos de cuerpos de almas diferentes y los de cuerpos de almas gemelas. En el primer caso hay una urgencia por la posesión física, y por más intensa que llegue a ser la relación siempre va a estar condicionada por la materia. Nunca se lograra la comunión de almas por más afinidad que haya entre ellas. A lo más que puede llegar es a obtener un enorme placer físico, pero no pasa de ahí.

          En el caso de las almas gemelas la cosa se pone más interesante, pues la fusión entre ellas es total y a todos los niveles. Así como cuando hay un lugar dentro del cuerpo de la mujer para ser ocupado por el miembro viril, entre átomo y átomo de cada cuerpo hay un espacio libre para ser ocupado por la energía del alma gemela, o sea, que estamos hablando de una penetración recíproca, pues cada espacio se convierte al mismo tiempo en el contenedor y en el contenido del otro; en la fuente y el agua, en la espada y la herida, en  el sol y la luna, en el mar y la tierra, en el pene y la vagina. La sensación de penetrar un espacio solo es comparable a la de sentirse penetrado. La  de mojar y sentirse mojado. La de amamantar y ser amamantado. La de recibir el tibio esperma en el vientre, a la de eyacularlo. Los dos son motivos de orgasmo. Y cuando todos y cada uno de los espacios que hay entre átomo y átomo de las células del cuerpo han sido cubiertos o han cubierto, viene un orgasmo profundo, intenso, prolongado. La fusión de las dos almas es total y ya no hay nada que uno no sepa de la otra, pues forman un solo ser. La recuperación de su estado original las hace conocedoras de la verdad. Cada uno ve en el rostro de su pareja los rostros que ha tenido en las catorce mil vidas anteriores a su encuentro.

          Llegado ese momento, Azucena ya no supo quién ni que parte del cuerpo le pertenecía y que parte no. Sentía una mano pero no sabía si era la suya o la de Rodrigo. Era una mano, y punto. Tampoco supo quién estaba dentro y quien afuera. Quien estaba arriba y quien abajo. Quien de frente y quien de espalda. Lo único que sabía era que formaba con Rodrigo un solo cuerpo que, adormecido de orgasmos danzaba en el espacio al ritmo de las esferas.






De la escritora y cineasta: Laura Esquivel. Nació en la ciudad de México en 1950. En 1985 incursiona en el medio cinematográfico siendo siendo nominada a la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas para el Ariel. Es autora de la novela Como Agua Para Chocolate, que ha sido nominada a numerosas lenguas y presentada en su versión fílmica con gran éxito internacional. Su segunda novela La Ley del Amor, ya ha ido traducida a numerosas lenguas.

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Laura Esquivel


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