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El Jazz es la única música en la que la misma nota puede ser tocada noche tras noche, pero cada vez de manera diferente.Ornette Coleman

viernes, 25 de abril de 2025

El Boom Latinoamericano

El Boom Latinoamericano y su legado fantasmagórico: Entre la realidad y el mito

El mundo literario está de luto tras la reciente muerte de Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más influyentes del Boom Latinoamericano y ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010. Vargas Llosa falleció el 13 de abril de 2025 en Lima, Perú, a los 89 años, rodeado de su familia y en paz. Su partida marca el fin de una era, pero su legado literario perdurará como un testimonio de su genio y su compromiso con la narrativa.

El Boom Latinoamericano, movimiento del cual Vargas Llosa fue una figura central, transformó la literatura en español durante las décadas de 1960 y 1970. Autores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, junto con Vargas Llosa, llevaron las historias y las voces de América Latina a un escenario global, explorando temas políticos, sociales y culturales con estilos narrativos innovadores.

 

El antes: Juan Rulfo
El despues: Laura Esquivel


Sin embargo, este movimiento no surgió de la nada. Escritores anteriores como Juan Rulfo, autor de obras fundamentales como Pedro Páramo y su cuento Luvina, establecieron las bases que inspiraron a los autores del Boom. Aunque Rulfo no forma parte oficialmente del movimiento, su estilo y sus temas, como el realismo mágico y la exploración de la condición humana, dejaron una huella imborrable en la literatura latinoamericana.

El Boom Latinoamericano fue un fenómeno literario que surgió entre las décadas de 1960 y 1970, cuando un grupo de escritores latinoamericanos alcanzó reconocimiento internacional gracias a sus innovadoras narrativas y su impacto cultural. Este movimiento estuvo marcado por la experimentación con el lenguaje, la ruptura de estructuras narrativas tradicionales y la incorporación de elementos del realismo mágico, un estilo que mezcla lo fantástico con lo cotidiano.


Julio Cortazar, Gabriel Garcia Marquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa



El contexto histórico también influyó en el Boom, ya que América Latina vivía una época de profundos cambios políticos y sociales, con dictaduras, revoluciones y conflictos ideológicos que se reflejaron en las novelas de estos escritores. Además, el auge de editoriales en España, como Seix Barral, ayudó a la difusión de estas obras en el mercado internacional.

Con el fallecimiento de Mario Vargas Llosa en abril de 2025, muchos consideran que el Boom ha perdido a su último gran representante. Sin embargo, su legado sigue vivo en la literatura contemporánea y en la influencia que tuvo sobre generaciones posteriores de escritores.

Además de los nombres más conocidos, autores como José Donoso, Guillermo Cabrera Infante, y Augusto Roa Bastosenriquecieron el panorama literario de la época. También es importante mencionar a Laura Esquivel , cuya obra "Como agua para chocolate" trajo el realismo mágico a un público más amplio, mostrando la influencia duradera del Boom en generaciones posteriores.

El Boom Latinoamericano recogió estas características y las amplificó, desarrollando estilos narrativos innovadores que trascendieron fronteras. A través de paisajes fantasmagóricos como el de Luvina de Juan Rulfo o  escenarios urbanos con con una carga simbólica y emocional muy fuerte de Rayuela de Julio Cortazar, en contraste con Cien años de soledad de Gabriel Garcia Marquez que nos invita al paradisíaco Macondo que al principio  aislado, lleno de magia y descubrimientos, pero con el tiempo se transforma en un espacio decadente, marcado por la violencia, la explotación y el olvido o "Aura" de Carlos Fuentes, que nos encierra en la casa de una Consuelo Llorente de la que, al final de la novela no se esta seguro si la historia gira al rededor de ella o de la hermosa Aura o "La ciudad y los perros" de Mario Vargas Llosa en el "Colegio Militar Leoncio Prado" que, a diferencia de los escenarios míticos de Cien años de soledad o los espacios mentales de Rayuela, esta novela nos sumerge en un ambiente cerrado, violento y jerárquico, donde los personajes luchan por sobrevivir en un sistema implacable.


      


Estos escritores nos recuerdan que la tristeza y la belleza, la miseria y la esperanza están intrínsecamente ligadas. Así, el Boom se convirtió en una ventana única hacia la riqueza cultural y social de América Latina, mientras que figuras como Vargas Llosa, Rulfo y Esquivel complementan este legado con sus aportes invaluables.

Esperemos que las nuevas generaciones sigan compartiendo con nosotros los amantes de la buena literatura y en general con todos los lectores del mundo trabajos tan bellos como lo que lograron los protagonistas de este Boom Latinoamericano.







viernes, 6 de diciembre de 2024

Jazz y Navidad


Desde siempre en estas fechas hemos escuchado villancicos, canciones navideñas muchas que se han vuelto clásicos indispensables para estas fechas, de ellas  incluso adaptaciones de canciones de muchos géneros musicales. De este mismo modo el Jazz ha sido uno de los estilos que más han cooperado para este fin (si no el que más) haciendo gala cada año por parte de muchos de sus más  grandes representantes en un sinfín de apariciones discográficas. 

Podemos hablar de este mismo tema desde bases como las grandes bandas representadas por Benny Goodman, Duke Ellington y más. Grandes voces como Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Louis Armstrong, Nat King Cole, más recientemente Natalie Cole, Diana Krall , Winton Marsallis o Michael Bublé. 
Podemos hablar igualmente de grandes intérpretes del Jazz, ya sean trompetistas como Louis Armstrong quien también pasa a ser parte de las grandes voces de las que ya hablamos, otros como Chet Backer, Miles Davis, etc. 
 
La época navideña y el jazz tienen una relación encantadora, llena de festividad, nostalgia y calidez. Aquí te cuento más sobre cómo estos se entrelazan:

Muchas canciones navideñas han sido interpretadas por grandes artistas de jazz, dándoles un giro único y sofisticado. Álbumes como "A Jolly Christmas from Frank Sinatra" y "Ella Wishes You a Swinging Christmas" de Ella Fitzgerald son ejemplos perfectos.
   - Canciones como "Let It Snow!", "Jingle Bells", y "The Christmas Song (Chestnuts Roasting on an Open Fire)" se han convertido en estándares del jazz durante las fiestas decembrinas

El jazz, con su énfasis en la improvisación, puede añadir una frescura inesperada a las canciones navideñas tradicionales, manteniendo las melodías familiares pero con una nueva perspectiva. Las interpretaciones de jazz suelen captar el espíritu alegre y vibrante de la temporada, mezclando sentimientos de nostalgia con energía festiva.

Algunos álbumes que han destacado en esta mezcla son:
   - "A Charlie Brown Christmas" de Vince Guaraldi: Este álbum no solo es un clásico del jazz, sino que también ha definido la atmósfera navideña para muchos, con temas como "Christmas Time Is Here" y "Linus and Lucy".

   - "Christmas Songs" de Diana Krall: La voz suave de Krall y su estilo de jazz refinado hacen de este álbum una joya para la temporada.

Durante la temporada navideña, es común encontrar conciertos de jazz que celebran las fiestas, con músicos locales y famosos interpretando clásicos navideños. Los festivales navideños incluyen actuaciones de jazz, creando una atmósfera mágica con música en vivo.
El jazz tiene una cualidad atemporal que se alinea bien con el sentimiento nostálgico que muchas personas experimentan durante la Navidad. La música jazz que tiene su casa en clubes de jazz, aporta un sentido de comunidad y conexión, que es muy acorde con el espíritu navideño.

ZíncopaSOS les desea felices fiestas a todos


sábado, 30 de abril de 2022

Día Internacional del Jazz 2022

 El 30 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Jazz. Se pretende concienciar sobre la importancia del jazz como herramienta educativa y de promoción de la paz, el diálogo y la cooperación entre pueblos de todo el mundo.

Fue decretado por la UNESCO en el año 2011, con el objetivo de dar a conocer un movimiento musical de gran valor educativo, así como un recurso valioso que contribuye al intercambio cultural, al diálogo y la cooperación entre los pueblos a nivel mundial.


Décimo aniversario del Día Internacional del Jazz

En el año 2021 este día internacional arriba a su décimo aniversario. Es por ello que la Organización de las Naciones Unidas ha organizado un gran concierto mundial, que se llevará a cabo el día 30 de abril, reuniendo a grandes artistas consagrados de este género: Herbie Hancock, Marcus Miller, Andra Day, Dee Dee Bridgewater, John McLaughlin, Dianne Reeves, Joe Lovano, Angelique Kidjo, John Beasley, entre otros artistas.

Asimismo, contará con diversas actuaciones en todo el mundo, tomando en cuenta las medidas de bioseguridad y distanciamiento físico. Incluye una serie de programas educativos virtuales e iniciativas de divulgación comunitaria en más de 190 países. 





La música siempre ha representado para los seres humanos un importante medio de comunicación, que aporta grandes beneficios. En este sentido, el jazz es considerado como el lenguaje de las emociones, siendo una forma expresiva y auténtica que tiene la capacidad de humanizar y trascender en la transformación de las personas y de la Sociedad. Mencionamos a continuación algunos aspectos sobre la influencia e importancia de este género musical:

  • Es un importante medio de comunicación de las masas, estrechamente vinculado a la igualdad de género, la unidad y la paz.
  • Es una herramienta para la juventud y un gran aporte para generar cambios sociales.
  • El jazz rompe barreras, creando oportunidades para el debate, el diálogo intercultural y la tolerancia.
  • Permite crear nuevas ideas orientadas al mundo de las artes, ya que es un género que facilita la interpretación y la innovación para que surjan nuevos estilos musicales.

sábado, 16 de abril de 2022

Hablemos de Axolotl de Julio Cortazar

 Luego de una primera lectura, Axolot nos recuerda dos cuentos El viento distante de José Emilio Pacheco y Migala de Juan José Arreola, en ambos, el protagonista a través de la mirada entra en contacto con otro ser: un ajolote, una tortuga y una araña respectivamente y es a través de la mirada como se establece un juego de poder. Cortázar nos deleita con una historia que aborda a través de una narración referenciada a dos tiempos, uno relativo al pasado y otro al presente, tiempos que fácilmente pueden identificarse desde primer fragmento: “Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl” 
Remitiéndonos a los párrafos, tenemos qué en el primero, arriba expuesto, maneja los dos tiempos (pasado y presente), en el segundo y tercero el tiempo pasado, en el cuarto y más largo, los dos tiempos, el pasado en el quinto, los dos tiempos en el sexto, el pasado en el séptimo al igual que en el octavo y los dos tiempos en los últimos dos párrafos, haciéndonos pensar en una posible “métrica” en el manejo de éstos. Además, destaca la manera cómo esta vinculación de los dos tiempos va contándonos una historia paralela, la del hombre que esta obsesionado por los ajolotes y la de cómo el axolotl se va dando cuenta de la forma en que se transformó en axolotl. En este sentido, el autor logra que comprendamos ambas historias a través del manejo de los verbos en pasado y en presente, usualmente insertando frases cortas entre las

lunes, 7 de marzo de 2022

HABLEMOS DE "AURA" DE CARLOS FUENTES

Felipe Montero, un joven historiador inteligente y solitario que trabaja como profesor con un sueldo muy bajo, al leer un anuncio en un periódico que solicita un profesional de sus cualidades queda sorprendido pues, todo lo que pide y detalla éste aviso, es exactamente lo que el posee, tan solo le falta decir su nombre.

Varios días después de ver el anuncio, decide presentarse en la dirección facilitada: "Una casona antigua de la ciudad de México".

Es contratado y allí conoce a la solicitante: la señora Consuelo Llorente, una anciana viuda de un coronel francés su trabajo consiste en organizar y escribir las memorias de su difunto marido y traducirlas al idioma español para que puedan ser publicadas, Allí mismo conoce a Aura, la sobrina de Consuelo, de quien Felipe siente inmediata atracción

 

La novela transcurre alrededor de Aura, dueña de unos impresionantes ojos verdes y una gran belleza, y su extraña relación con su anciana tía.

Conforme avanza la historia Felipe se da cuenta de que el lugar está sumergido en una completa penumbra tanto por la oscuridad de la casona, como por el oscuro ambiente en el que se interna la lectura que continuamente se hace más y más presente e intenso y eso lo deja desconcertado.

Felipe se enamora de Aura y quiere llevársela de allí porque piensa que no puede hacer su vida porque Consuelo que la tiene atrapada. Al adentrarse en las fotografías y escritos del coronel y la viuda, Felipe pierde el sentido de la realidad y encuentra una verdad que supera la fantasía.

Si hasta ese momento Felipe estaba un poco desconcertado, de ahí en adelante todo se torna más confuso para él.

Solo bastan seis cortos capítulos para que todo se desarrolle, aunque al principio con lentitud, Fuentes revoluciona la historia tan rápido que no te das cuenta pues ya estás atrapado, aún sin la necesidad de traducir los breves diálogos en francés, aunque si se entienden estos enriquecen un poco más la lectura.

Los tiempos y las descriptivas imágenes que la novela muestra son realmente impactantes sin necesidad de exagerar, El estilo enriquecedor de la escritura de Fuentes te lleva de la mano al fondo del realismo mágico. En general un libro que supera lo que se pudiera esperar de el, una lectura ligera sin ser insípida y a la vez detallada sin ser monótona.

 

jueves, 3 de febrero de 2022

HABLEMOS DE LUVINA DE JUAN RULFO


 

La atmósfera que se describe en Luvina está impregnada de una esencia fantasmagórica y, al mismo tiempo, de una gran tristeza. Juan Rulfo, en este cuento, describe el ambiente del pueblo de San Juan Luvina, rodeado por la miseria y la muerte. Es un lugar en el que cualquiera que se atreva a cruzar sus límites vivirá sentenciado por la pesadumbre.

 

“Por cualquier lado que se le mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera” (Juan Rulfo, Pedro Páramo y El llano en llamas. Luvina, editorial Planeta, página 174).

Cuento breve de Juan Rulfo: Luvina | Gran relato corto latinoamericano

 

Luvina consume todo lo que pisa sus terrenos. Se chupa la vida y seca las almas de todo ser vivo. “Allá viví. Allá dejé la vida… Fui a ese lugar con mis ilusiones cabales y volví viejo y acabado”. En Luvina habita un viento que sólo arrastra un aroma de muerte, que aterroriza a todo aquel que lo escucha. Es como si el pueblo estuviera maldito. En ese lugar la vida está negada. Sus habitantes poseen una personalidad que confunde, como si fueran espectros que están condenados a habitar dentro del infierno; pero éste es un infierno terrenal.

 

San Juan Luvina es un pueblo lúgubre donde no hay cabida para la esperanza. Ahí todas las ilusiones están muertas, como las personas que alguna vez pudieron anhelar un suspiro de consuelo, y que en vez de dirigir su camino hacia una mejor existencia se tuerce, abruptamente, alrededor de la esperada muerte, esa muerte que es tan deseada por las personas que en ella ven el único medio para la liberación del gran sufrimiento que de Luvina nace.

 

“Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y se acaban. Luego viene la noche. Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza” (página 177).

 

La soledad de Luvina es dolorosa. Su paisaje, grisáceo. Pero el viento que emana del fondo de la barranca es el más temible. Es como si tuviera voluntad propia. El viento de Luvina es como el alma maligna del cerro que somete y aterroriza a sus habitantes. Este soplo gris que penetra hasta los huesos, que fulmina el espíritu de quien lo inhala, que apaga el color de la vida y lo maquilla dejando un tono de aflicción, es el ser que vive dentro de Luvina.

 

“Dicen los de allí que cuando llena la luna, ven de bulto la figura del viento recorriendo las calles de Luvina, llevando a rastras una cobija negra; pero yo siempre lo que llegué a ver, cuando había luna en Luvina, fue la imagen del desconsuelo… Siempre” (página 174).

 

Este cuento no sólo hace referencia a un mundo que se encuentra encapsulado en una dimensión que es temida por muchos, es la fatal realidad que viven día con día los hombres del campo, una realidad devastadora, como ese viento aterrador que ronda el pueblo de Luvina, y es el hambre y la miseria que viven los campesinos de nuestro país desde hace mucho tiempo y que al enfrentarnos a esa verdad por medio de la lectura nos parece escalofriante. Ese mismo sufrimiento lo transmite Juan Rulfo por medio de este maravilloso relato, y es que el hambre duele y la pobreza se convierte en un animal que devora todo lo que a su paso se encuentra y que desconoce sexos y edades.

 

Lo que en Luvina se exalta es la miseria de la existencia y el mejor remedio que existe para ese mal se encuentra en la no existencia, en la muerte; esa muerte que promete parar el sufrimiento de todos esos hombres y mujeres que deambulan por las calles del pueblo como ánimas en pena, que ni siquiera tienen rostro.

 

En Luvina ni la fe ampara a sus más fieles creyentes, no hay esperanza de nada. “Al atardecer, cuando el sol alumbraba sólo las puntas de los cerros, fuimos a buscarla. Anduvimos por los callejones de Luvina, hasta que la encontramos metida en la iglesia. Allí no había a quién rezarle. Era un jacalón vacío, sin puertas, nada más con unos socavones abiertos y un techo resquebrajado por donde se colaba el aire como por un cedazo” (página 175).

 

El pueblo de San Juan Luvina hace recordar esas regiones de México que viven subyugadas y relegadas por la extrema pobreza y que a pesar de ubicarse dentro del mismo territorio parece que habitan otro mundo. Zonas en las que sólo se pueden encontrar ancianos casi moribundos y mujeres solitarias acompañadas por sus pequeños hijos que desde muy temprana edad tienen que enfrentarse a las rudas labores del campo, para poder llevar el alimento necesario a sus bocas. Estas personas son las mismas que se enfrentan a esa atmósfera de miseria en la que la tierra ya no da más para sembrar porque se ha vuelto estéril.

 

Todo esto es Luvina, un poblado donde la vida ya no puede dar fruto alguno y la esperanza está muerta. Luvina no sólo es un cuento que parece relatar la historia de un pueblo fantasma, es la ficción literaria que nace de la brutal realidad. Es el retrato de una vida miserable.

 

sábado, 11 de diciembre de 2021

Hablemos de: "Carta de un loco" de Guy de Maupassant.



Carta de un loco

Guy de Maupassant.


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Querido doctor, me pongo en sus manos. Haga usted de mí lo que guste.
Voy a decirle con toda franqueza mi extraño estado de ánimo, y juzgue si no sería mejor que cuidasen de mí durante algún tiempo en una casa de salud, en vez de dejarme presa de las alucinaciones y sufrimientos que me atormentan.
Ésta es la historia, larga y exacta, de la singular enfermedad de mi alma.
Vivía yo como todo el mundo, mirando la vida con los ojos abiertos y ciegos del hombre, sin sorprenderme ni comprender. Vivía como viven las bestias, como vivimos todos, cumpliendo todas las funciones de la existencia, analizando y creyendo ver, creyendo saber, creyendo conocer lo que me rodea, cuando un día me di cuenta de que todo es falso.
Fue una frase de Montesquieu la que súbitamente iluminó mi pensamiento. Es ésta: «Un órgano de más o de menos en nuestra máquina nos hubiera dado una inteligencia distinta. En una palabra, todas las leyes asentadas sobre el hecho de que nuestra máquina es de una determinada forma serían diferentes si nuestra máquina no fuera de esa forma.»
He pensado en esto durante meses, meses y meses, y poco a poco ha penetrado en mí una extraña claridad, y esa claridad ha creado ahí la oscuridad.
En efecto, nuestros órganos son los únicos intermediarios entre el mundo exterior y nosotros. Es decir, que el ser interior que constituye el yo se halla en contacto, mediante algunos hilillos nerviosos, con el ser exterior que constituye el mundo.

Pero, además de que ese ser exterior se nos escapa por sus proporciones, su duración, sus propiedades innumerables e impenetrables, sus orígenes, su futuro o sus fines, sus formas lejanas y sus manifestaciones infinitas, nuestros órganos, sobre la parcela que de él podemos conocer, no nos suministran otra cosa que informes tan inseguros como poco numerosos.
Inseguros, porque únicamente son las propiedades de nuestros órganos las que determinan para nosotros las propiedades aparentes de la materia.
Poco numerosos, porque al no ser nuestros sentidos más que cinco, el campo de sus investigaciones y la naturaleza de sus revelaciones se hallan necesariamente muy restringidos.

Me explico: la vista nos indica las dimensiones, las formas y los colores. Nos engaña en esos tres puntos.
No puede revelarnos otra cosa que los objetos y seres de dimensión media, proporcionados a la estatura humana, lo cual nos lleva a aplicar la palabra grande a determinadas cosas y la palabra pequeño a otras, sólo porque su debilidad no le permite conocer lo que es demasiado vasto o demasiado menudo para él. De ahí resulta que no se sabe ni se ve casi nada, que el universo casi entero le queda oculto, la estrella que habita el espacio y el animálculo que habita la gota de agua.
Incluso aunque tuviera cien millones de veces su potencia normal, aunque viese en el aire que respiramos todas las especies de seres invisibles, así como los habitantes de los planetas próximos, todavía quedarían numerosos infinitos de especies de animales más pequeños y mundos tan lejanos que jamás alcanzaría.

Así pues, todas nuestras ideas de proporción son falsas porque no hay límite posible en la magnitud ni en la pequeñez.
Nuestra apreciación sobre las dimensiones y las formas no tiene ningún absoluto al venir determinada únicamente por la potencia de un órgano y por una comparación constante con nosotros mismos.
Hemos de añadir que la vista todavía es incapaz de ver lo transparente. Un cristal sin defecto la engaña. Lo confunde con el aire que tampoco ve.


Pasemos al color.
El color existe porque nuestra vista está hecha de modo que transmite al cerebro, en forma de color, las diversas formas en que los cuerpos absorben y descomponen, siguiendo su constitución química, los rayos luminosos que dan en ellos.
Todas las proporciones de esa absorción y de esa descomposición constituyen matices.
Así pues, este órgano impone a la inteligencia su modo de ver, mejor dicho, su forma arbitraria de constatar las dimensiones y de apreciar las relaciones de la luz y la materia.
Analicemos el oído.
Somos juguetes y víctimas, más todavía que en el caso de la vista, de ese órgano fantasioso.
Dos cuerpos, al chocar, producen cierta vibración de la atmósfera. Ese movimiento hace estremecerse en nuestra oreja cierta pielecilla que trueca inmediatamente en ruido lo que en realidad no es otra cosa que una vibración.
La naturaleza es muda. Pero el tímpano posee la propiedad milagrosa de transmitirnos en forma de sentidos, y de sentidos diferentes según el número de vibraciones, todos los estremecimientos de las ondas invisibles del espacio.
Esa metamorfosis realizada por el nervio auditivo en el breve trayecto de la oreja al cerebro nos ha permitido crear un arte extraño, la música, la más poética y precisa de las artes, vaga como un sueño y exacta como el álgebra.
¿Qué decir del gusto y del olfato? ¿Conoceríamos los perfumes y la calidad de los alimentos sin las propiedades peregrinas de nuestra nariz y nuestro paladar?
Sin embargo, la humanidad podría existir sin oído, sin gusto y sin olfato, es decir, sin ninguna noción del ruido, del sabor y del olor.
Así pues, si tuviéramos algunos órganos menos, desconoceríamos cosas admirables y singulares, pero si tuviéramos algunos más, descubriríamos a nuestro alrededor una infinidad de otras cosas que nunca supondremos por falta de medio para constatarlas.
Por lo tanto, nos equivocamos cuando juzgamos lo Conocido, y estamos rodeados de Desconocido inexplorado.
Por lo tanto, todo es inseguro, y puede apreciarse de diferentes maneras.
Todo es falso, todo es posible, todo es dudoso.
Formulemos esta certidumbre sirviéndonos del viejo proverbio: «Verdad a este lado de los Pirineos, error al otro lado.»
Y decimos: verdad en nuestro órgano, error en el de al lado.
Dos y dos no deben ser cuatro fuera de nuestra atmósfera.
Verdad en la tierra, error más lejos, de donde deduzco que los misterios vislumbrados como la electricidad, el sueño hipnótico, la transmisión de la voluntad, la sugestión y todos los fenómenos magnéticos sólo siguen ocultos para nosotros porque la naturaleza no nos ha proporcionado el órgano o los órganos necesarios para comprenderlos.
Después de haberme convencido de que todo lo que me revelan mis sentidos sólo existe para mí tal como yo lo percibo, y de que sería totalmente diferente para otro ser organizado de otro modo, después de haber llegado a la conclusión de que una humanidad hecha de otra forma tendría sobre el mundo, sobre la vida y sobre todo ideas absolutamente opuestas a las nuestras, porque el acuerdo de las creencias sólo deriva de la similitud de los órganos humanos, y las divergencias de opiniones provienen únicamente de ligeras diferencias de funcionamiento de nuestros hilillos nerviosos, he hecho un esfuerzo de pensamiento sobrehumano para suponer lo impenetrable que me rodea.
¿Me he vuelto loco?                           
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Me he dicho: «Estoy rodeado de cosas desconocidas.» He supuesto al hombre desprovisto de orejas y he supuesto el sonido como suponemos tantos misterios ocultos; el hombre constata fenómenos acústicos cuya naturaleza y procedencia no podría determinar. Y he tenido miedo de todo lo que me rodea, miedo del aire, miedo de la oscuridad. Desde el momento en que no podemos conocer casi nada, y desde el momento en que todo es ilimitado, ¿qué es el resto? ¿No es el vacío? ¿Qué hay en el vacío aparente?
Y ese terror confuso de lo sobrenatural que acosa al hombre desde el nacimiento del mundo es legítimo, porque lo sobrenatural no es otra cosa que lo que permanece velado para nosotros.
Entonces he comprendido el espanto. Me ha parecido que rozaba constantemente el descubrimiento de un secreto del universo.
He intentado aguzar mis órganos, excitarlos, hacerles percibir por momentos lo invisible.
Me he dicho: «Todo es un ser. El grito que pasa en el aire es un ser comparable a la bestia, puesto que nace, produce un movimiento y se transforma incluso para morir. Por lo tanto, el espíritu pusilánime que cree en seres incorpóreos no se equivoca. ¿Quiénes son?»
¡Cuántos hombres los presienten, se estremecen cuando se acercan, tiemblan con su imperceptible contacto! Uno los siente a su lado, alrededor, pero es imposible distinguirlos, porque no tenemos los ojos que los verían, o mejor dicho el órgano desconocido que podría descubrirlos.
Así pues, sentía en mí, más que nadie, a esos transeúntes sobrenaturales. ¿Seres o misterios? ¿Lo sé acaso? No podría decir lo que son, pero siempre podría señalar su presencia. Y he visto -he visto un ser invisible- hasta donde puede verse a esos seres.
Permanecía noches enteras inmóvil, sentado ante mi mesa, con la cabeza entre las manos y pensando en esto, pensando en ellos. De pronto creí que una mano intangible, o más bien un cuerpo inasequible, rozaba ligeramente mi pelo. No me tocaba, por no ser de esencia carnal, sino de esencia imponderable, incognoscible.
Pero una noche oí crujir el entarimado a mis espaldas. Crujió de un modo singular. Me estremecí. Me volví. No vi nada. Y no volví a pensar en ello.
Pero al día siguiente, a la misma hora, se produjo el mismo ruido. Tuve tanto miedo que me levanté, seguro, completamente seguro de que no estaba solo en mi cuarto. No se veía nada sin embargo. El aire estaba límpido y transparente en todas partes. Mis dos lámparas iluminaban todos los rincones.
El ruido no se repitió y fui calmándome poco a poco; sin embargo, permanecía inquieto y me volvía a menudo.
Al día siguiente me encerré a hora temprana, buscando la forma en que podría conseguir ver lo Invisible que me visitaba.
Y lo vi. Estuve a punto de morir de terror.
Había encendido todas las bujías de mi chimenea y de mi lustro. La habitación estaba iluminada como para una fiesta. Sobre la mesa ardían mis dos lámparas.
Frente a mí, la cama, una vieja cama de roble con columnas. A la derecha, mi chimenea. A la izquierda, la puerta, con el cerrojo echado. A mi espalda, un grandísimo armario de luna. Me miré en él. Tenía unos ojos extraños y las pupilas muy dilatadas.
Luego me senté como todos los días.
La víspera y la antevíspera el ruido se había producido a las nueve y veintidós minutos. Esperé. Cuando llegó el momento preciso, percibí una sensación indescriptible, como si un fluido, un fluido irresistible hubiera penetrado en mí por todas las parcelas de mi carne, sumiendo mi alma en un espanto atroz. Y se produjo el crujido, justo a mi lado.
Me incorporé volviéndome tan deprisa que estuve a punto de caerme. Se veía como en pleno día, ¡pero yo no me vi en el espejo! Estaba vacío, claro, lleno de luz. Yo no estaba dentro, y sin embargo me hallaba enfrente. Lo miré con ojos enloquecidos. No me atrevía a avanzar hacia él, sintiendo que entre nosotros se interponía él, lo Invisible, y que me tapaba.
¡Qué miedo pasé! Y he aquí que empecé a verlo envuelto en bruma en el fondo del espejo, en una bruma como a través del agua; y me parecía que aquella agua fluía de izquierda a derecha, lentamente, volviéndome más preciso segundo a segundo. Era como el final de un eclipse. Lo que me tapaba no tenía contornos, sino una especie de transparencia opaca que iba aclarándose poco a poco.
Y finalmente pude verme con claridad, como hago todos los días cuando me miro.
¡Lo había visto!
Y no he vuelto a verlo.
Pero lo espero sin cesar, y siento que mi cabeza se extravía en esa espera.
Permanezco horas, noches, días y semanas delante del espejo esperándolo. ¡Ya no viene!
Ha comprendido que yo lo había visto. Mas yo sé que lo esperaré siempre, hasta la muerte, que lo esperaré sin descanso, delante de ese espejo, como un cazador al acecho.
Y en ese espejo empiezo a ver imágenes locas, monstruos, cadáveres horribles, toda clase de bestias espantosas, de seres atroces, todas las visiones inverosímiles que deben acosar la mente de los locos.
Ésta es mi confesión, querido doctor. Dígame qué debo hacer.


FIN.

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Guy de Maupassant.

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El escritor francés, Henry Réne Guy de Maupassant nació en Dieppe, Francia, el 5 de agosto de 1850 y falleció en París el 6 de julio de 1893. Se formó literariamente con el escritor Gustave Flaubert y participó desde joven en su círculo literario. Se especializó en la narrativa breve, llegando a publicar más de doscientos cuentos a lo largo de su vida, de entre los cuales destacan Bola de sebo y El Horla. También escribió seis novelas cortas. Encuadrado en el naturalismo, su estilo es sencillo y realista, y transmite lo más sórdido y oscuro del comportamiento humano.

Hasta los trece años, Maupassant vivió con su madre, con quien tenía un estrecho vínculo debido al amor de ésta a los clásicos literarios y la pasión que inculcó a sus hijos por la lectura. Después marchó a estudiar al seminario de Yvetot, de donde fue expulsado, y que sería el origen de su particular aversión a lo religioso. Finalmente consiguió formarse con éxito en el Liceo Rouen.

Poco después de graduarse empezó la guerra franco-prusiana, guerra que serviría de contexto para muchos de sus cuentos y en la que Maupassant participó como soldado. Tras la guerra, ejerció de funcionario durante diez años, época que describe como aburrida y tediosa. Con el tiempo, y gracias a la influencia de Flaubert y otros escritores, llegó a ser editor de varios periódicos.

Al final de su vida fue cayendo en una paranoia grave que había desarrollado debido a la sífilis que padeció de joven. Tras intentar suicidarse, fue enviado al centro psiquiátrico del doctor Esprit Blanche, en París, donde falleció.